Mensaje de S.S. Juan Pablo II a los dirigentes, técnicos y jugadores del equipo italiano de fútbol «Milán» y a sus familiares. 20 de diciembre de 1986
Muy estimados amigos del club de fútbol "Milán":
Os agradezco la visita que habéis querido hacerme, con ocasión de vuestro desplazamiento a Roma para un partido del campeonato. Saludo a todos y cada uno de vosotros: a los dirigentes, a los deportistas, a los técnicos y acompañantes, y a vuestros familiares. Sed todos bienvenidos.
Vuestra presencia aquí me lleva con el pensamiento a los viajes pastorales que ha efectuado a la gran capital lombarda, a la imagen de la Virgen que desde la catedral domina la ciudad, y al mismo tiempo me lleva también a las fuertes tradiciones de trabajo, cultura y fe de la población milanense.
Os expreso mi estima por las dotes profesionales que destacan en vosotros, y a la vez mi aprecio por las bellas tradiciones de vuestro club. En efecto, pienso en los miles de aficionados que en torno a vosotros siguen con actitud de simpatía vuestras vicisitudes.
Vosotros sois el centro de la atención de esas personas que os admiran; comportaos de forma que dichas personas siempre puedan apreciar en vosotros las cualidades morales de un grupo comprometido de deportistas. Un equipo no sólo es fruto de condiciones y prestancia física; sino que es también el resultado de una rica serie de virtudes humanas, de las cuales sobre todo depende el éxito: el entendimiento, la colaboración y la capacidad de amistad y de diálogo; en una palabra, los valores espirituales, sin los cuales el equipo no existe y no es eficaz. Os exhorto a ser vigilantes a fin de que dichas virtudes, que os caracterizan y os valoran ante los deportistas, no sean descuidadas por vosotros. Con estas cualidades morales contribuid a restituir la verdadera razón de ser al mundo del deporte, hoy no raramente atormentado por fenómenos de una fea violencia o de una especulación deshonesta. Se tratará de demostrar a las enormes muchedumbres que siguen vuestro trabajo que cada deportista, antes de ser un individuo dotado de músculos fuertes y de rápidos reflejos, es ciertamente una persona humana, en grado de trascender cualquier reducido condicionamiento en virtud de su inteligencia, de su libertad y por tanto también capaz de demostrar con sus acciones lo que objetivamente está de acuerdo con la justicia, la verdad y el bien. Jamás, pues, entre vosotros vengan a menos la satisfacción de la fraternidad, el respeto recíproco, la generosidad y el perdón, si es necesario en la leal comprensión mutua. ¡Procurad que el hombre jamás sea sacrificado por el deportista! Exaltad siempre todo lo que es auténticamente bueno, mediante un leal testimonio de los valores exigidos por el auténtico deporte; y no temáis dar a conocer, con serenidad y equilibrio, al mundo de vuestros admiradores los principios morales y religiosos en los que se debe inspirar toda vuestra vida.
Con estos pensamientos y ante la proximidad de las fiestas navideñas, os doy a todos vosotros mi cordial felicitación. Que Jesucristo, verbo de Dios, hecho carne para ser el punto de encuentro de los hombres con Dios, inspire todos vuestros programas de vida.
Con estos sentimientos imparto mi bendición a vosotros, a vuestras familias y a vuestros seres queridos.
Discurso de S.S. Juan Pablo II a la Sociedad Deportiva Italiana Lazio. 5 de enero de 1987
Estoy contento de saludaros a vosotros, dirigentes, técnicos y atletas de la sociedad futbolística "Lazio". Os agradezco la gentileza de haber venido aquí, juntamente con vuestros familiares; de corazón os doy a todos mi bienvenida.
Encontrar una asociación como la vuestra, cuyo nombre es tan conocido y cuyo territorio pertenece también a la diócesis del Obispo de Roma, es para mí motivo de satisfacción; y me da la ocasión de expresar los más férvidos auspicios de que mantengáis siempre en alto el símbolo de vuestros colores, mediante un empeño cada vez mayor de honrarle, aún a costa de renuncias.
Y esto resulta necesario no sólo para conseguir éxitos en el plano competitivo y, por tanto, para proporcionaros a vosotros y a vuestros admiradores legítimas satisfacciones; sino también porque el deporte se vería privado de su específico mensaje espiritual, si no se basara y tomara fuerza e inspiración en aquellos valores que precisamente llevan consigo un espíritu de sacrificio, o sea: la lealtad, el dominio de sí, la prudencia, el respeto a la persona del rival, etc. De este modo el deporte, y el fútbol en particular, se convierte en una palestra de adiestramiento de la voluntad, una escuela de promoción humana y espiritual que la Iglesia no cesa de reafirmar en sus enseñanzas. A este propósito también la Constitución Conciliar Gaudium et spes ha puesto de relieve que el deporte es importante, porque "los hombres se enriquecen con el mutuo conocimiento", y también porque "ayuda a conservar el equilibrio espiritual, incluso en la comunidad, y a establecer relaciones fraternas entre los hombres de todas las clases, naciones y razas"(n. 61).
Amadísimos atletas: Estoy seguro de que también para vosotros la práctica del deporte no dejará de secundar estas reflexiones y de llevaros a una maduración interior que sirva también para incrementar el rendimiento físico. Os deseo que la práctica de las competiciones deportivas eleve vuestro espíritu a nobles objetivos y lo libere de toda forma de egoísmo y de desaliento.
Os renuevo las expresiones de mi estima y de mi aliento, y os prometo una oración por vuestros seres queridos aquí presentes y por los que están en casa.
Imparto a todos mi bendición.
Palabras de S.S. Juan Pablo II a los jugadores del equipo nacional de Argentina y al equipo de la Sociedad Deportiva «Roma».
22 de marzo de 1987
Me es grato daros mi cordial bienvenida, dirigentes y jugadores del equipo nacional de fútbol argentino, que habéis venido a esta ciudad para disputar un encuentro amistoso con el equipo "Roma", que actualmente está celebrando el sexagésimo aniversario de su fundación.En esta circunstancia deseo expresar mi felicitación al equipo argentino que ha alcanzado las más altas metas en el ámbito del deporte futbolístico mundial. Por ello, esta audiencia me ofrece la ocasión para manifestaros el interés de la Iglesia por los aspectos sociales y morales que las competiciones deportivas suponen para las relaciones interpersonales y los encuentros internacionales, destinados a promover y acrecentar lazos de amistad y de convivencia pacífica entre los pueblos.
Como bien enseña el Concilio Vaticano II: "Los ejercicios y manifestaciones deportivas...ayudan a conservar el equilibrio espiritual, incluso de la comunidad, y a establecer relaciones fraternas entre hombres de todas las clases, naciones y razas" (Gaudium et spes, 61).
Para que estos deseos se vayan convirtiendo en feliz realidad, y como prenda de abundantes dones divinos os imparto mi bendición apostólica, que extiendo con afecto a vuestras familias y a vuestros conciudadanos, con quienes tendré el gusto de encontrarme en mi próxima visita pastoral a vuestra patria.
Y ahora dirijo mi saludo también a los dirigentes y jugadores de la Sociedad deportiva Roma , que celebran el 60 aniversario de la fundación de la sociedad "gualda-roja".
Me uno a vuestra alegría y os exhorto a perseverar en la perspectiva, siempre viva en vuestra sociedad, de conceder amplio espacio a expresiones significativas y valientes de hermandad y amistad. Junto con la eficacia y el éxito, exaltad siempre en todas las competiciones los valores morales que acompañan al auténtico deportista, es decir, el comportamiento maduro y prudente, el autocontrol, el equilibrio interior.
Os pido además que manifestéis siempre, en todas las circunstancias, el espíritu cristiano que anima vuestra conciencia de creyentes y que sabe exaltar los sentimientos de lealtad, concordia, solidaridad fraterna, indispensables para que toda manifestación deportiva sea verdaderamente humana y constructiva.
Estoy seguro de que afrontaréis con este espíritu el encuentro amistoso de mañana, fiesta de San José, y deseo que con la protección de este gran Santo se pueda garantizar siempre en el mundo del deporte la cordialidad viva y el espíritu pacífico y amistoso que unen a todos los verdaderos deportistas en una familia única, grande y serena.
Con estos deseos, os bendigo de corazón.
JUAN PABLO II AUDIENCIA GENERAL Saludos a periodistas deportivos de Chile y Argentina. Miércoles 27 de junio de 1990
Amadísimos hermanos y hermanas:
Deseo ahora presentar mi más cordial saludo a todos los peregrinos y visitantes de lengua española presentes en esta audiencia. En particular, al numeroso grupo de periodistas procedentes de Argentina y Chile, que se encuentran en Italia con ocasión del Campeonato Mundial de fútbol, a quienes aliento a hacer de su actividad profesional un servicio a la fraternidad entre los pueblos y a las virtudes humanas de la sana competición y el deporte
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